El libro nos lleva a reflexionar sobre las circunstancias de
la tentativa de levantamiento de Gabriel
Aguilar y Juan Manuel Ubalde, precursores de la Independencia peruana.
(Nota: esta breve reseña la
prepare hace un tiempo para ser difundida en un diario local, por ello el
lenguaje utilizado es coloquial y no especializado. Sirva también la ocasión
para disculparme nuevamente con el autor por la demora en la difusión de la
presente nota).
Ciudad del Cuzco, Junio de 1805. Dentro del seno de la ex capital del Imperio
incaico y segunda urbe en importancia del Virreinato peruano, se confunden
30000 almas, la mayor parte de la población compuesta por criollos, mestizos e
indígenas, quienes conservan aún fresco el recuerdo de la “Gran rebelión”
encabezada pocos años antes por José Gabriel Condorcanqui, Túpac Amaru II. Dicho
levantamiento originó la instauración del régimen de Intendencias y el
establecimiento de la Real Audiencia cuzqueña en 1787, como un intento de la
corona española por acercar al gobierno a las demandas de la población local, cuyos
reclamos se habían hecho más patentes por efecto de las reformas borbónicas
para el control y gobierno de las colonias americanas. No obstante ello, el
descontento era pues, manifiesto y en todo nivel: en los indígenas porque la
carga tributaria y fiscal hacia ellos (propulsada por las mencionadas reformas)
era cada vez mayor; en los criollos y mestizos porque estaban relegados de los
altos cargos administrativos que eran ocupados sólo por peninsulares, y en los líderes
indígenas, que veían como su poder era minimizado (con diversos intentos por suprimir
los curacazgos) habiéndoseles quitado muchas prerrogativas (como el cobro de
tributos en las comunidades). Siendo así las cosas, el malestar era evidente y
se podía sentir en las calles. En dicho contexto, un par de criollos, Gabriel
Aguilar y Juan Manuel Ubalde, ambos pertenecientes a la clase media urbana
cuzqueña, elaboran un plan para derrocar al representante real (el presidente
de la Real Audiencia), asaltar el arsenal de armas de la ciudad y convocar a la
población (algunos de cuyos líderes indígenas ya estaban puestos sobre aviso) en
torno a la restitución del antiguo orden, esto en la medida que el plan incluía
el ungimiento de un nuevo gobernante: el retorno del Inca. Esta característica
es la que hace afirmar a los especialistas que la diferencia sustancial de este
movimiento con sus antecesores es que fue el pionero en perseguir un fin netamente
político (y no sólo social): sustraer esta parte de América del dominio del Rey
de España y unir a los diversos estamentos sociales coloniales a través de la
figura del gobernante del antiguo imperio: El Inca. Movimiento encabezado por
criollos pero con apoyo y participación de todas las demás castas, un intento
también por comprender una realidad nueva, una nación reentendida.
Estos hechos, investigados de manera amplia
por diversos historiadores (entre otros: José Agustín de la Puente Candamo, Luis
Durán Florez, John Fisher y especialmente Alberto Flores Galindo en su obra
“Buscando un Inca”) son recogidos ahora en la novela del joven historiador y
literato sanmarquino Rubén Robles, la cual lleva por título “La Conspiración
de los Escogidos” (Editorial Vicio Perpetuo, 2014). No se trata de una
reconstrucción histórica al pie de la letra, pues como ya adelantamos es una
obra de un género literario que -como Gerarhrd Kebbel definió- constituye un “hiato
entre ficción e historia”. Kurt Spang a su vez señala que la novela
histórica hace que el escritor intente compaginar aquellas dos tareas a las que
se refirió Aristóteles en su Poética, para quien el historiador narra lo
sucedido y el literato lo que podría suceder. En ese sentido si bien las obras
de novela histórica muestran como base las referencias verdaderas de la
historia formal, también se permite algunas libertades para ubicar al lector en
el pensamiento y accionar de los diversos actores. El escritor busca introducirnos en su
narración en la mente de los principales personajes de los episodios
históricos, tratando de reconstruir los vericuetos que animaron a cada uno de
ellos a actuar en determinadas circunstancias.
Por ello el libro de Robles comienza con las
reflexiones de Mariano Lechuga, el delator de la conspiración. También criollo,
teniente de granaderos a quien Ubalde trató de ganar para la rebelión. Oscuro
personaje a quien la posteridad reconoce como traidor y sobre el cual pende el
escarnio de todo aquel que conozca la historia del intento de levantamiento. Es
difícil saber qué pensaría Lechuga en años posteriores cuando la causa que él
delató tuvo éxito y la independencia del yugo español fue un hecho. ¿Qué
pensamientos habrían motivado su conducta?, ¿Qué lo empujó a actuar de esa manera?
¿Fue sólo el cumplimiento del deber ante sus superiores hispanos? o ¿Hubo algo
más? En este ejercicio literario es que Robles (basado en la transcripción del
expediente del proceso elaborada por Ponce Sanginés y que se publicó
bajo el titulo de El conato revolucionario de 1805), le da palabra a diversos personajes que
interactuaron con Lechuga, por ejemplo Mariano Arechaga o Manuel Plácido
de Berriosabal, funcionarios de la Real Audiencia, así como también a los que
estuvieron dentro de la conspiración como Manuel Valverde y Ampuero, Carlos
Mejía, Justo Justiniani, Marcos Dongo, Diego Cusihuaman, entre otros.
Obviamente se
repasan además los pormenores de la vida de los principales protagonistas de
este episodio. Esto -y el carácter del levantamiento planeado- es también lo
que le da el título a la obra de Robles. “La
conspiración de los escogidos” fue básicamente eso, un intento de revuelta
contra el poder español organizado por dos personajes cuyos destinos se unieron
en este proyecto producto de sus puntos de vista mesiánicos y
providencialistas. Se sentían llamados a cumplir un fin superior y desde jóvenes
(en especial Aguilar) vieron reflejado ese designio a través de distintos
sueños, que como visiones del futuro se les presentaban para guiarlos hacia el
camino que ellos consideraban debía ser el de la redención de América. En sus
ideas se traducen muchos de los postulados de la educación escolástica
virreinal, el pensamiento ilustrado del siglo XVIII, así como también la
lectura de libros que fueron prohibidos luego de la revolución de Túpac Amaru,
como los famosos “Comentarios Reales de
los Incas” del Inca Garcilaso de la Vega, cuando este habla de la
restitución de estas tierras a sus originales dueños, los descendientes de los
Incas (tema investigado por el recordado historiador Miguel Maticorena Estrada). Así también en el
juicio Ubalde cita las palabras de Santo Tomas, quien decía que “es lícito oponerse al Gobierno
cuando éste o declina en tirano o tuvo principios de usurpación”. Si bien es cierto los conspiradores fueron dos
personajes de ideas singulares es también notoria su férrea crianza católica y
probada instrucción académica, lo cual hizo que sus propuestas fueran tomadas
en serio por todos aquellos que los escucharon.
La novela histórica es un género que ha
tenido muchos adeptos en las letras peruanas. La han cultivado historiadores
(Fernando de Trazegnies en el primer tomo de su libro En el país de las
colinas de Arena), periodistas (Guillermo Thorndike
en distintas obras), y literatos propiamente dichos (nuestro premio nobel Mario Vargas Llosa utiliza
este recurso en sus novelas La Fiesta del chivo y El sueño del celta,
por ejemplo). El libro de Rubén Robles es pues, digno seguidor de toda esa
tradición literaria y nos introduce de manera didáctica y amena a un hecho
histórico que todos los peruanos debemos conocer y valorar, en momentos en los
que los actos por la celebración del bicentenario de nuestra independencia son
cada vez más cercanos, y ello definitivamente será un acontecimiento que nos
obligara a revisar y repensar los hechos y acciones de nuestros predecesores en
la construcción de la Nación peruana.
El libro de Rubén Robles fue presentado en
la Casa de la Literatura Peruana hace unas semanas, contando con los
comentarios de Marco Martos y Arturo Delgado Galimberti. En la actualidad está disponible en las
principales librerías limeñas y puede conseguirse también vía web.
Notas Relacionadas
- Diario Expreso: La conspiración fallida de Gabriel Aguilar.
- Los sueños de Gabriel Aguilar (Artículo de 1986 escrito por Alberto Flores Galindo en Revista Debates en Sociologia N° 11, PUCP)
Video de la entrevista al autor en radio San Borja: